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La dislocación o luxación de cadera ocurre cuando la cabeza del fémur se sale de la posición natural, dentro del acetábulo del hueso pélvico, por diversas causas, cuando esto ocurre se dañan las paredes de la articulación y causa dolor al paciente.
La cadera dislocada puede ser producto de un movimiento brusco por accidentes automovilísticos, lesiones deportivas o traumatismos.
También la displasia de cadera, que es una condición de nacimiento que produce la soltura dentro de la articulación y la falta de estabilidad de los tendones lo que aumenta las probabilidades de que el fémur se salga.
Algunas condiciones genéticas, como síndrome de down y de ehlers-danlos, predisponen la posibilidad de dislocación o luxación de cadera. En cualquier caso esta lesión requiere de una atención oportuna y profesional para corregir esta lesión.
Un tratamiento profesional para la cadera dislocada se basa en el diagnóstico como primera etapa, para poder recomendar la solución más precisa el doctor debe conocer con exactitud la condición de la articulación.
Los exámenes de imagen son ideales para esto, una radiografía, tomografía e incluso resonancia magnética puede mostrarle al especialista la condición de la articulación.
Las opciones de tratamiento son variadas ya que dependen de la condición de cada paciente, estás pueden ser:
Los síntomas de esta lesión son particulares, aunque pueden confundirse con otro tipo de lesiones hay uno característico que puede ayudar al médico y al paciente a diagnosticar la situación.
La recuperación dependerá de la gravedad de la lesión y del tratamiento elegido, por ejemplo, un paciente al que se ha recomendado reposo podrá recuperarse en dos semanas.
Sin embargo, un paciente que haya recibido una reconstrucción o reemplazo de cadera requerirá de al menos tres meses de recuperación.
Las indicaciones de movilidad y recuperación de la rutina diaria varían según las condiciones físicas de cada paciente que pueden generar una recuperación más rápida o más lenta según sus antecedentes.
Lo que sí es un hecho es que los pacientes deberán usar muletas por un tiempo prudente hasta que la cadera tenga la fuerza para soportar su peso. Al mismo tiempo se eliminan las prácticas deportivas de alto impacto hasta que el médico lo considere necesario.
En la mayoría de los casos se recomiendan ejercicios de fisioterapia que ayudan a recuperar la fuerza y la estabilidad en la recuperación por lo que son un elemento importante en la recuperación de la dislocación de cadera.
Es importante evitar ciertos movimientos para recuperar la cadera de una operación e incluso de una dislocación. No hacer flexión de 90 grados. Es decir, evitar agacharse con las piernas rectas, cruzar las piernas o agacharse en cuclillas. Incluso para ir al baño es importante contar con una adaptación para evitar la flexión exigente en la articulación.
Con la guía de un especialista el paciente debe completar una serie de ejercicios estratégicos que se recomiendan según el ritmo de recuperación. En un principio se trata de estimulación y reducción del dolor, posteriormente son de fortalecimiento, recuperación del equilibrio y amplitud de movimiento.
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